La
probabilidad de perder algún objeto en esta vida es próxima al 50%, la
probabilidad de perder a algún ser querido en esta vida es de un 100%, la
probabilidad de perderlos para siempre en algunas ocasiones depende de Dios y
en otras depende de uno mismo. Nadie tiene la posibilidad de corregir a la
muerte ni de pedirle beneplácito para que algún ser querido se quede a nuestro
lado por más tiempo del que ella estime conveniente, pero sí está en nuestras
manos la labor de impedir que se alejen de nuestro espacio. Podemos hacerlo
todo o no hacer nada, podemos dar la vida por alguien y podemos desperdiciar el
tiempo en que podríamos aprovecharlos, podemos malgastar la vida, las alegrías,
los buenos momentos o tal vez podemos hacer de cada segundo un universo de energías
atrayentes que nos permitan disfrutar de la compañía del ser amado. Podemos
hacer tantas cosas o quedarnos de brazos cruzados, lo que sí es sabido es que
cada quien actúa a su propio modo, lo lamentable es que cuando pasa el tiempo
nos damos cuenta de que debimos hacer todo lo contrario. Desafortunadamente siempre
las primeras decisiones son las incorrectas, siempre que actuamos por impulso o
arrebato terminamos cometiendo errores garrafales, las personas tenemos una
capacidad innata para arruinarlo todo y para arruinarles la vida a otros también.
Cuando se está enojado hacemos y decimos lo que no queremos, ahuyentamos a las
personas que queremos o que nos aman y destruimos el avance de varios procesos
solo por arrebatarnos un par de segundos. ¿Qué tienen de positivo ser tajante y
obstinado a la vez?... ¿qué beneficios acarrea la hostilidad que
desentrañamos ante los demás?... en primera instancia ni siquiera pensamos en
respondernos aquellas preguntas antes de actuar, tristemente nos damos cuenta
de que no nos sirve para nada, una vez que todo se ha perdido o que no existen
las vueltas en 360 grados para las oportunidades que da la vida.
Definitivamente nunca dejamos de
perder, perdemos grandes amores, familiares, amigos, oportunidades, opciones,
tiempo y beneficios; la lista podría crecer aún más pero creo que mientras leen
automáticamente van sumando argumentos a mi idea. Pienso que si tuviésemos la
capacidad de escuchar consejos, de meditar dos veces como mínimo antes de
actuar, si no nos complicáramos tanto buscándole la validación a cada estupidez
que hacemos nuestra vida sería un tanto más amena y más fácil de llevar.
La razón por la que empecé a
escribir esto es en su mayoría motivo de haberme dado cuenta de lo mucho que he
perdido y de las mil formas en que también me han perdido, esto es una conclusión
meditativa en cuanto a lo que ha pasado con mi vida durante los últimos 6 meses
y haciendo un recuento de todo aquello que ya no forma parte de mi vida, creo
que las personas son lo único que quisiera volver a rescatar; para rescatar a
algunas ya se hizo tarde, para querer intentarlo aún no, pero la verdad es que
son tantos los dejados atrás y tan pocos los que aún me interesan que la verdad
es que ni siquiera sé si vale la pena intentar mover los ladrillos de la pared
que forje a mi alrededor para evitar la cercanía de los demás. Otro aspecto que
medité, fue el haber estado con personas que no veían valor alguno en mí, haber
visto como resbalé de las manos de un sujeto tal y como resbalaría una clase de
objeto sin valor, que no da para devolverse a buscarlo ni para provocar la
falta o la ausencia de mi existir en esas personas, pensé en mi hija, en la
falta que le haría a ella, comparé mi desvalorización ante los demás con la necesidad
que mi hija tiene de mí y me sentí finalmente grandiosa, perfecta, amada y
valorada, sentí también el dolor que me provocaría no tenerla entre mis brazos,
sentí finalmente que estoy aquí para ella y ella para mí, pues de solo imaginar
que algún día la perdiera, mi mundo comenzó a girar desesperadamente dentro de
mi cabeza y las lágrimas me ahogaron antes de salir, estaba tan concentrada
pensando en mi vida que imaginé casi de modo real todo lo que pasaría conmigo
si no pudiese ver nunca más los ojos de mi princesa, entendí parte de mi vida,
parte de mis sueños y motivaciones, conseguí sentirme amada sin límites por la
criatura que yo cree, a la que le di la vida y he alimentado sobre mi regazo
durante un poco más de un año. Sentí que puede faltarme cualquier persona en
este mundo menos ella, pueden alejarse de mi todos los que no quieran mi presencia,
puedo perder mil objetos, mil personajes, mil amores, a toda mi familia pero
nada ni nadie será tan valioso como lo es ella. Los amores perdidos no duelen nada en comparación con la traumante idea de perder las caricias y el amor de mi bebé, perder a alguien que decidió perderme a mi primero es algo netamente superable y no es importante en absotuto en comparación con alguien tan valioso, proveniente y creado desde el centro mismo de la palabra amor.
Nunca dejamos de perder, pero si
hemos de perderlo todo, prefiero haberlo perdido luego de haberlo aprovechado
sin límites y habiendo agotado su valor y utilidad en la medida en que el amor
absorba cada milésima de las células que compongan ese todo.