domingo, 9 de junio de 2013

Me enseñaste de todo excepto a olvidarte

       Nunca me adueñé tanto de una canción como me adueñé de esta, siento que el autor se sentó frente a mi puerta y comenzó a anotar cada uno de mis sentimientos y experiencias a medida que pasaba el tiempo, mejor dicho nuestro tiempo. Se acentúan tantas emociones con esta canción y me encanta analizarlas una por una. Otra cosa que me agrada mucho de este manojo de palabras es que puedo sentirme recordada o recordar a alguien a medida que transcurren las lineas.


Me enseñaste a no fumar sin desayuno
Me enseñaste a dividir
Que la suma de uno y uno siempre es uno
Si se aprende a compartir

Me enseñaste que los celos son traviesos
Que es mitad falta de cesos y mitad inseguridad
Me enseñaste a ser pareja en libertad
Me enseñaste que el amor no es una reja
Y que es mentira la verdad
Me enseñaste que no es bueno el que te ayuda
Sino el que no te molesta
Me enseñaste que abrazado a tu cintura
Todo parece una fiesta
Me enseñaste muchas cosas de la cama
Que es mejor cuando se ama
Y que es también para dormir
Me enseñaste entre otras cosas a vivir
Me enseñaste que una duda puede mas que una razón
Pero fallaste mi gurÚ
Se te olvido enseñarme que hago si no estas tu

Me enseñaste de todo excepto a olvidarte
Desde filosofía hasta como tocarte
A saber que el afrodisiaco mas cumplidor
No son los mariscos sino el amor
Pero no me enseñaste a olvidarte
Me enseñaste de todo excepto a olvidarte
A convertir una caricia en una obra de arte
A saber que los abogados saben poco de amor
Y que el amor se cohibe en los juzgados
Pero no me enseñaste a olvidarte
Pero no me enseñaste a olvidarte

¿Donde se apaga el amor que quedo?
No encuentro el interruptor
Si hay que aceptar que nuestra historia voló
¿De donde saco el valor?

Me enseñaste de todo excepto a olvidarte
Desde filosofía hasta como tocarte
A saber que el afrodisiaco mas cumplidor
No son los mariscos sino el amor
Pero no me enseñaste a olvidarte
Me enseñaste de todo excepto a olvidarte
A convertir una caricia en una obra de arte
A saber que los abogados saben poco de amor
Y que el amor se cohibe en los juzgados
Pero no me enseñaste a olvidarte
Pero no me enseñaste a olvidarte

viernes, 31 de mayo de 2013

LO MEJOR DE MÍ

      Hace un tiempo me sentí tan inútil y miserable, tan vulgar y minimizada que me costaba muchisimo encontrar mí lado bueno. Partiendo por lo físico, ninguno de mis atributos o características me complacían, siempre cometía el error de ver a mí alrededor algo mucho mejor de lo que había en mí. Todas las mujeres eran más lindas que yo, todas eran más afortunadas que yo, todas eran desbordantemente amadas, menos yo, en conclusión, me veía al espejo y solo veía un minúsculo retazo de lo que algún día fui. En los asuntos sentimentales, las cosas marchaban pésimo, yo asumía que mi última pareja me veía del mismo modo que lo hacía yo y vivía absorta en un miedo interminable a que un día descubriera lo poco que valía y decidiera alejarse de mí. Más patética no podía sentirme, más patética no podía ser, mi inseguridad estaba arruinando a pasos agigantados cada uno de mis planes y cada una de mis esperanzas de volver a resurgir completamente. 

         Cada mañana había dejado de ser un nuevo comienzo, estaba apestada de mi rutina, de mi vida y de las pocas energías que me quedaban para construir una nueva "face", estaba arruinada, postrada en pensamientos irracionales y autodestructivos y a todo aquello podía sumar la poca confianza que me ofrecía el amor. Ya había tenido bastantes humillaciones que soportar, y el trato bilateral que suponía existir entre mi gran amor y yo había dejado de ser equitativo, era evidente que uno amaba más al otro y que él otro se amaba más a sí mismo (en comparación con lo que me amaba yo). El norte y el sur de mi rumbo se habían mezclado, cada vez que intentaba batallar contra la estampida de emociones arrebatadoras que asesinaban a sangre fría mi escasa felicidad, aparecía un nuevo dilema, una nueva amenaza o falta de respeto hacia mi valor femenino y el valor que merecía como compañera de un hombre, llevándose hasta la más miserable esperanza de volver a forjar mi identidad fuerte y avasalladora, la misma identidad que ya ni recuerdo cuando perdí. No se cuanto luché contra aquellas amenazas y ya no tengo noción del tiempo que invertí y perdí, solo se que son cosas del pasado y ahora las puedo ver como un finito ayer.

       Es probable que todas aquellas emosiones y sensaciones duraran tanto tiempo ya que mi enfoque jamás permitió que centrara la atención del esfuerzo en mí, yo buscaba las culpas ajenas y los remedios idóneos para sanar y encarcelar fantasmas que gobernaban una mente que no buscaba cambiar, una mentalidad que se dio cuenta de mi escasa autoestima y que ligeramente perdió el interés en mí y sobre todo en mi bienestar, una mentalidad que optó por convertirme en escombro de mis propios sueños derrumbados. Aún así, aquella inteligencia no tenía la culpa, pues no era el complemento que me hacía falta, no era un adorno para embellecer mis penas o mis faltas, era alguien más, con sueños y frustraciones, con miedos y rencores, con alegrías y emosiones, era alguien con la misma característica que arruinó mucho en mí, era alguien tan inseguro como yo, con la diferencia de que aquel ser acabó absorviendo lo poco que quedaba de mí para poder alimentar su ego.
       Recuerdo claramente y en detalle una situación amarga que vivió un ser querido, no es importante mencionar la situación, pero si el consejo que le di. Mis palabras certeras en ese entonces fueron: 

 - ¡Me avergüenza verte llorar de ese modo por alguien ajeno a ti, si bién compartiste una vida entera con él, nadie te dio garantías en un contrato donde te convencieran de que su amor lo tenías comprado para siempre, él es una persona más, quieras o no, es una persona independiente, tal como lo eres tú, no es vital para tu vida y creeme que como él hay muchos más, tu ahora enfócate en lo que vales y busca al que sea distinto, al que te valore y te haga sentir amada del mismo modo que te amas tú, sécate las lágrimas y vuelve a tu vida y hazlo de la mejor manera porque lo malo e inservible ya se alejó de ti!...

       Revivir ese consejo que salió de mi boca, fue una cachetada de ida y de vuelta, no por el hecho de sufrir por amor, sino porque recordé mi carácter y la fuerza que había en mi interior y junto con ello recordé cada detalle de esa mujer que jamás permitió que le pusieran un pie encima.  En ese entonces yo aún no me convertía históricamente en mujer, pues tenía la edad de una adolecente, pero mi ímpetu la dejaba taciturna y lo único que sacaba a flote era a la mujer que se gestaba producto de la unión de mi inteligencia y madurez. Reviví también a la mujer linda y risueña que yo solía ser y en cosa de segundos volví a enamorarme de ella y quise traerla de vuelta para que dominara mi vida, recordé lo orgullosa que esa niña-mujer hacía sentir a mi madre y que al mismo tiempo tenía en mente cumplir los sueños propios y los de aquella excelente mamá que me había educado, recordé automáticamente mis metas y lo cerca que estaba de cumplirlas, traje a mi recuerdo la personalidad autodidacta que varias veces  me hacía cuestionar el por qué muchas personas no podían aprender todo tan rápido, también volví a ver la cima donde me esperaban los sueños que sin problemas iba a cumplir, vi revoloteando otra vez en mi cabeza a la gente que me amaba realmente y quise gritar que aquí me encontraba de vuelta para retomar mi vida y volver a pulir a la mujer que admiraban, vi todo el respeto que recibí por parte de un joven que aprendió de mí a ser un mejor hombre para la mujer que ahora venera, y por eso, fui feliz, sonreí porque enseñé a alguien a amar sin límites y dentro de mi imaginación contemplé su felicidad absoluta en un futuro cercano. Me sentí hermosa otra vez y mis ojos volvieron a brillar como antes, lo se porque mientras me encontraba perdida en el espacio de mis pensamientos y recuerdos agradables, una mano pequeña, extremadamente suave y agradable acariciando mi rostro me trajo al presente y sin motivo alguno me sonrió, compartió mi alegría y al mismo tiempo la disfrutó conmigo  y me aseguró que ahora tengo una compañía eterna, un apoyo incondicional de fuerza y valor que está dispuesta a compartir mis metas y sueños y que devolverá a la mujer orgullosa, valiente y valorada por mí y por muchos a su sitio principal; el motor de mi vida y que de ahí nadie ni nada la podrá exiliar.

       Ahora siento que vuelvo a estar completa, que la vida no me quito nada, solo me regaló experiencia y en conjunto una clase de amor que no conocía: el amor de mi hija, y a pesar de que a veces estoy exhausta de las situaciones que vivo actualmente y que no siempre mi rostro consigue disimular mi angustia, se que ella me admira y que ve en mí solo a la mujer impetuosa y vivaz, no a la mujer que mimetisé con trancas y problemas ajenos y se apagaba poco a poco. Mi pequeña ve a la super mamá, a la que a pesar de todo sabe amar y que no le enseña nada acerca de guardar rencores, mucho menos por aquellas personas a quienes alguna vez amó, ella ve en mí a la mujer que alegra su vida y sin importar el día ni los problemas le dibuja un mundo colorido y lleno de felicidad.

lunes, 20 de mayo de 2013

RECUERDOS

      De acuerdo a la norma, un recuerdo puede ser una imagen del pasado que se tiene en la memoria, o un objeto que sirve para recordar algo o a alguien. Aparentemente son definiciones simples, pero en contenido significan mucho más que aquellas resumidas oraciones. Para mí, un recuerdo es algo mucho más profundo, es algo que tiene poder para cambiar repentinamente tu estado anímico y en ocasiones pueden acarrear consigo otra serie de recuerdos que se van sumando para dar vida al pasado. 

      A mi modo de ver las cosas, cada recuerdo tangible que forma parte de mi colección posee otra denominación, en mí mundo aquellos objetos se llaman tesoros. Mis tesoros van desde una carta hasta un envoltorio de dulce, de un boleto de bus hasta una prenda de vestir, de un corazón de piedra hasta una flor de alambre. Cada uno me cuenta una historia diferente y muchas veces hacen referencia al mismo personaje a la misma época de mi vida y a los mismos sentimientos y otras veces me transportan hasta la más linda etapa de mi infancia, de mi adolescencia y de mi pasado cercano. Esta clase de recuerdos no suelen atropellar nuestro presente a toda hora del día, pues depende de nosotros hurguetear entre los sitios donde descansan para que puedan volver a hablarnos de lo vivido. 

      Los recuerdos que se presentan como imágenes del pasado son aquellos que consiguen modificar nuestro presente e incluso involucrarse en el futuro. Cada pequeño detalle de algún suceso que sea capaz de encadenarse en nuestra memoria tiene la ventaja de convertirse en consecuencia para nuestra vida. Por desgracia, aquellas personas que gozamos de buena memoria sufrimos a diario el tormento de los recuerdos, aunque está claro que no siempre se trata de malas experiencias, pero como pésima característica del ser humano, la mayoría de las veces le damos el título de prioridad a las cosas malas en lugar de las bunas. 

      A pesar de todo, lo que me gusta de los recuerdos es que cada quien puede adjudicarle el valor que estime conveniente, es decir, algún objeto sin valor monetario puede convertirse en el tesoro más preciado de alguien. Mi caso es así, los tesoros que guardo son prácticamente basura para quien quiera hacer un orden en mi espacio reducido llamado pieza, pero son mis tesoros y solo yo y alguien más sabe lo que significan para mí. 

      Otro recuerdo que invade mi mundo constantemente es el aroma de las personas e incluso su voz, pero con el aroma que caracteriza a cada quien me sucede algo especial, muchas veces puedo estar caminando por la calle y de repente se hace presente aquella esencia aromática y a mi parecer es el recuerdo más poderoso ya que tiene la capacidad de mover a esos demonios conocidos con el nombre de sentimientos. Ahí queda la grande, se paralizan las emociones anteriores y la mente comienza a trabajar más rápido para obligarte a recordar precisamente al dueño o dueña de aquella esencia. Estos recuerdos tienen casi la misma magia que las palabras, las palabras suelen quedar en la memoria; una frase que hayas atesorado en tu cabeza puede traer consigo la nostalgia y ahí corres peligro de quedarte estancado en el pasado. Por ejemplo: Tranquila, si yo lo puedo controlar, te juro que no se transformará en un vicio… Meses más tarde, lo único que captura el interés de aquella persona que emitió la oración es aquel vicio. El resultado; una familia que jamás se concretó y problemas de todo tipo acarreando la situación y en la mente de quien conserva recuerdos verbales aún existe latente el momento en que una promesa se rompió. Nostalgia, arrepentimiento, varar en el pasado sin posibilidades de salir son algunas de las consecuencias que trae el sistema inútil de acumular recuerdos. Pero no hay mal que dure cien años y tratar de sofocar los malos recuerdos es una buenísima terapia para despejar el camino hacia el futuro.

martes, 16 de abril de 2013

El mejor día de mi vida

     El día que mi hija nació, yo conocí lo mas hermoso de este mundo... sus ojos. La forma en que  encandilaron mi vida aun me mantiene cegada. Para mi no existe nada ni nadie en este mundo que pueda tener tanto poder en mi, en mi forma de pensar, en mis intereses y sobre todo en mi felicidad. Es imprecionante la cantidad de sentimientos que se atraviesan por el corazón de una mujer al momento de dar a luz, cuando finalmente te encuentras con la criatura mas perfecta que puedes considerar, dan ganas de aferrarse a la vida sin conocer la muerte con tal de protegerlo eternamente, yo no puedo olvidar aquellas emosiones que invadieron mi vida en aquel instante que la tuve en mis brazos por primera vez y recuerdo claramente cada detalle de lo que contemplaron mis ojos ese día. Sus ojos, sus brazos aferrados a mi pecho, su llanto, que simplemente se convirtió en la música mas placentera que desearían escuchar mis oidos, lo suave de su piel que recién conocía el frio de este mundo, todo en ella iluminó ese instante, iluminó mi vida, le dio un sentido real a la palabra amor, por fin conocí el verdadero amor, ese que nunca termina, el amor de madre, el amor hacia un hijo, el amor hacia uno mismo que en otras palabras se denomina orgullo. Mi hija, sin previas capacitaciones ni enseñanzas logró situarme en el pedestal de lo incorruptible, al mismo tiempo se transformó en el volante que direcciona mi vida y cada paso que me atrevo a dar. Ella es mi mayor virtud y mi logro mas deseado, es mi puerta hacia el futuro y la gran meta que desglosa mi felicidad.

     Recuerdo que aquél día todo lucía hermoso y el cansancio que provoca un parto pasó casi desapercibido cuando desperté al día siguiente y vi a mi pequeña recostada en su cuna, nada podía bajarme del cielo, yo estaba flotando en alegría y no podía ni habian motivos para sentir lo contrario. Estabamos ahí, los protagonistas de una nueva historia, disfrutando de la mas linda bendición, había amor y lo que no era, también se disfrazaba para recibir a mi pequeña criatura y comfortarla haciendola sentir repleta de amor. Había una familia, habian amistades, habian planes y supuestamente habrían grandes cambios.

     Como es lógico, algunas cosas no continuaron el curso de tan tremenda emosión, algunos planes no se concretaron y una parte del amor se fundió. Otras cosas se han mantenido, y otras consiguieron aumentar, un ejemplo de esto es el amor que siento por mi hija, el que a veces creo que me hará explotar, estoy tan sobrepasada de cariño, de ternura y de amor que creo que no necesito nada mas, estoy completamente satisfecha y conforme con lo que me ha regalado la vida, con cada día que paso al lado de mi pequeña gran felicidad. Sí, soy feliz y lo tengo todo, tengo la mejor recompenza de este mundo, tengo la potestad para darle un futuro hermoso a mi princesa de porcelana y así como el amor de verdad nunca abandona, prometo estar a su lado por toda la eternidad.

Gracias Dios por confiar en mí.










domingo, 20 de enero de 2013

Amar y dejar partir

Lo que algún día
tuvo comienzo
tendrá fin
somos lluvias
en un río de abril

Todo se marcha
todo nos deja
seguir
es pañuelo que se agita
vivir

Cuando no estés
serás una sed
hebra de luz
en mi ser
tu ser

Cuánto camino
hicieron mis pasos
aquí
hoy soy sólo los abrazos
que di

La arena sabe
amar y dejar partir
quién pudiera
tan liviano
fluir

Cuando no esté
me harás florecer
en tu recuerdo
y seré
seré

lunes, 14 de enero de 2013

Los malos recuerdos también influyen en tu futuro.


Todo lo que vemos a nuestro alrededor durante la infancia indiscutiblemente se transforma en las raíces de nuestro perfil psicológico, en las bases del concurso de nuestra participación en la vida, y peor aún, en la variable más importante que involucramos en la toma de decisiones. La mayor parte del tiempo nuestra infancia determina nuestro futuro, por ende, nuestras costumbres no son nada más que el resultado de lo que se nos enseñó a temprana edad. Inconscientemente el comportamiento de nuestros padres durante nuestros primeros años de vida, o mejor dicho, durante la edad formativa, se transforma en la idea principal que adoptamos para llevar a cabo nuestro propio comportamiento ante diversas situaciones y puede que sea el factor decisivo de nuestra felicidad o de la felicidad de terceros. Afortunadamente existen personas que difícilmente calcan los recuerdos negativos que conocieron durante la niñez, y al contrario, revierten de modo correcto cada suceso que pudiera ser un denominado “trauma o tranca repetida” para sus futuras vidas”. Del mismo modo hay personas que buscan sin querer la réplica de lo que conocieron en sus hogares o buscan algo muy similar a lo que los marcó de modo negativo, lamentablemente lo hacen por inercia y sin pensarlo, no es algo que planeen, es algo que funciona como un imán, terminan atrayendo y codeándose con personas que los hieren y marcan del mismo modo, o terminan siendo tal como el ejemplo que tuvieron durante sus años de crianza.
¿Por qué abordo este tema con tanta libertad?, simple: porque yo encajo en uno de estos perfiles, además, el autoanálisis de las decisiones que he tomado y paralelamente el análisis del comportamiento de personas ligadas a mi vida, aclaran en detalle el por qué de tantas dudas que han estado atormentando mi presente.
Cuando un hombre engaña a su mujer, sale de su hogar y luego de unos meses vuelve al nido sin pedir perdón o sin tratar de remediar su error, teniendo hijos en edad de entender cada movimiento que realizan, este, sin pensarlo está inculcando a sus hijos que aquella actitud es la correcta. Es probable que un niño pueda recriminar a su padre por lo sucedido, pero en el fondo es más amplia la probabilidad de que este niño en un futuro se comporte con las mujeres del mismo modo que vio hacerlo a su padre, sobre todo si el padre es una persona que para imponer respeto acude a la violencia o al maltrato psicológico hacia la madre de sus hijos. Un hombre que llega al hogar golpeando puertas, gritando o lanzando objetos con las manos o a punta de pie, sin antes haber saludado a su familia, es indiscutiblemente un hombre machista, un potencial mal ejemplo para sus hijos, un hombre que se sabe de poco valor pero que acude al recurso de generar temor ante los suyos para darse a respetar. Digo esto porque es difícil que una persona inspire respeto si se comporta de aquel modo, por ende no conocerá otra opción que imponerlo por fuerza. La madre de estos hijos, también se transforma en un ejemplo, triste ejemplo de mujer sometida, la que sus hijos tratarán de encontrar en sus futuras mujeres; ellos serán como su padre y buscaran domesticar a mujeres con vivencias similares a las de su madre. El círculo vicioso solo consigue romperse una vez que los nuevos protagonistas deciden buscar ayuda y cambiar el rumbo de sus decisiones. Este círculo solo se rompe cuando afrontan la realidad y se dan cuenta de que están actuando mal o de que el ejemplo que imitan no conseguirá hacerlos feliz.
Las mujeres que jamás encontraron afecto por parte de sus padres y que fueron ignoradas cuando más necesitaban de su amor, o las que habitaban un ambiente hostil en el regazo de sus progenitores, inconscientemente en la adolescencia buscan hombres descariñados y poco afectivos, fríos en el trato que les ofrecen para crear sus relaciones amorosas. Este  es el maldito calco que generaran estas mujeres a partir del desgraciado ejemplo que consiguieron captar durante su infancia, las mujeres maltratadas y sometidas enseñan a sus hijas que es normal ser tratadas así, por ende las niñas imitan incluso los gustos de sus madres cuando se trata de buscar parejas. Del mismo modo estas niñas pueden criticar a sus madres y escupir al cielo diciendo que ellas no tendrían hombres así, pero la realidad indica que solo 2 de cada 10 mujeres rompen el ciclo de violencia o de relaciones tortuosas, pues un gran número de estas no consigue siquiera imaginar un tipo de vida normal y pacifico junto a un hombre. Será la costumbre, el miedo, la falta de autoestima, la frustración, el miedo al fracaso y a la desilusión lo que obliga a estas personas a aferrarse a un sistema de vida similar al cáncer, que ataca de a poco pero profundamente y que sin precedentes se apodera de la felicidad y el destino de muchas personas que merecían un vuelco positivo en su existir.
Hace algunos días estuve viendo un programa en la televisión, en el que se analizaba el perfil psicológico de un grupo de presidiarias norteamericanas, las que cumplían condena por asesinato. Lo que llamó mi atención de inmediato fue que todas estas mujeres parecían bastante cuerdas y su semblante las presentaba como seres pasivos e incluso angelicales. La apariencia de estas mujeres no era una careta, ni formaba parte de un disfraz que no les quedara. Estas mujeres eran personas sometidas, sufridas, mujeres que habían tenido una infancia tortuosa, cuyos padres habían pasado por separaciones escandalosas de esas que dejan huellas profundas, eran mujeres que anhelaban el cariño de un hombre (en el caso de las mujeres cuyos padres las habían abandonado o habían dejado a sus madres), eran mujeres sumisas ante la violencia, pues muchas de estas habían sido criadas por hombres violentos que acudían a los golpes para corregirlas o maltrataban sicológicamente al grupo familiar para imponer respeto, eran mujeres que venían de familias donde el consumo de droga era algo normal y el alcohol se bebía reiteradas veces durante la semana, lo peor es que todas compartían el mismo tipo de desenlace en sus vidas, es decir, todas terminaron en prisión por causa de un hombre. Ya que estas mujeres imitaron el ejemplo de sus hogares al momento de hacer sus vidas, la mayoría de estas terminó buscando inconscientemente a hombres que les provocaran daño, que las violentara, las engañara y las convirtieran en seres masoquistas, mujeres que aguantaban una y otra vez una variada gama de ultrajes a su conciencia y valor. Lo casi patético de esta historia es que una vez que ellas conseguían sentirse amadas o aferradas a su relación, estas actuaban como hipnotizadas bajo la voz del amo dominante. Así estas mujeres con tal de satisfacer los requerimientos de aquellos personajes que ofrecían un falso amor y que por lo demás solían ser seres perversos y maquiavélicos, terminaron tras las rejas obedeciendo a la soledad eterna y fría de una prisión.
A pesar de ser un ejemplo casi extremista, es válido para plantear mi punto de vista, puesto que el daño que una mala infancia o una familia mal constituida puede provocar, en varios casos puede ser irremediable y tristemente empujaría a los más inocentes a adoptar ciertas conductas que cavarían la temprana tumba de una felicidad frustrada y adormecida por el egoísmo de un par de adultos que no lograran priorizar la mayor responsabilidad de sus vidas. “Sus hijos”.
Cuando pienso en el futuro de mi hija no puedo evitar sentir un miedo escalofriante cada vez que la imagino junto a un hombre, pues me da miedo que ella tome deciciones parecidas o calcadas a las que tomé yo, a las que seguí tomando una y otra vez. Se que para algunas personas puedo ser un gran ejemplo de valentía, pues he tenido un aguante sobrehumano para resistir ante una especie de tortura psicológica que estoy segura que no merecía pero ante mis ojos y ante los de aquellos que han sufrido mas de cerca mi experiencia tal vez no soy nada mas que una sencilla estúpida. Prefiero creer lo inicial, que he sabido perdonar, que he querido de verdad y que afortunadamente encontré el límite para mis penas y que lo hice en un momento idoneo para evitar que mi hija siga un mal ejemplo, para evitar que considere correcto el aguante que puse en práctica y para inculcar en su cabecita que nada ni nadie puede pasar a llevar su dignidad, mucho menos un hombre y mucho menos uno machista. Quiero enseñarle a que no debe exigir respeto, sino a que sepa de antemano que es respetable y que no deberá tener la necesidad de exigir nada pues sabrá que lo merece. Quiero que mi hija tenga un amor propio imposible de derrumbar y que busque personas que la enaltezcan, que la hagan sentir hermosa y valorada. Quiero ser su gran ejemplo y evitaré que los traumas perforen su coraza. No quiero que sea testigo de escandalos, de golpes, de maltratos verbales ni fisicos, ni de escarmientos o de arrebatos que terminen en maltratos ante cualquier ser vivo, no quiero que nada la atormente y mucho menos quiero que un mal recuerdo la haga sentir ligada a un pesimo futuro.