viernes, 31 de mayo de 2013

LO MEJOR DE MÍ

      Hace un tiempo me sentí tan inútil y miserable, tan vulgar y minimizada que me costaba muchisimo encontrar mí lado bueno. Partiendo por lo físico, ninguno de mis atributos o características me complacían, siempre cometía el error de ver a mí alrededor algo mucho mejor de lo que había en mí. Todas las mujeres eran más lindas que yo, todas eran más afortunadas que yo, todas eran desbordantemente amadas, menos yo, en conclusión, me veía al espejo y solo veía un minúsculo retazo de lo que algún día fui. En los asuntos sentimentales, las cosas marchaban pésimo, yo asumía que mi última pareja me veía del mismo modo que lo hacía yo y vivía absorta en un miedo interminable a que un día descubriera lo poco que valía y decidiera alejarse de mí. Más patética no podía sentirme, más patética no podía ser, mi inseguridad estaba arruinando a pasos agigantados cada uno de mis planes y cada una de mis esperanzas de volver a resurgir completamente. 

         Cada mañana había dejado de ser un nuevo comienzo, estaba apestada de mi rutina, de mi vida y de las pocas energías que me quedaban para construir una nueva "face", estaba arruinada, postrada en pensamientos irracionales y autodestructivos y a todo aquello podía sumar la poca confianza que me ofrecía el amor. Ya había tenido bastantes humillaciones que soportar, y el trato bilateral que suponía existir entre mi gran amor y yo había dejado de ser equitativo, era evidente que uno amaba más al otro y que él otro se amaba más a sí mismo (en comparación con lo que me amaba yo). El norte y el sur de mi rumbo se habían mezclado, cada vez que intentaba batallar contra la estampida de emociones arrebatadoras que asesinaban a sangre fría mi escasa felicidad, aparecía un nuevo dilema, una nueva amenaza o falta de respeto hacia mi valor femenino y el valor que merecía como compañera de un hombre, llevándose hasta la más miserable esperanza de volver a forjar mi identidad fuerte y avasalladora, la misma identidad que ya ni recuerdo cuando perdí. No se cuanto luché contra aquellas amenazas y ya no tengo noción del tiempo que invertí y perdí, solo se que son cosas del pasado y ahora las puedo ver como un finito ayer.

       Es probable que todas aquellas emosiones y sensaciones duraran tanto tiempo ya que mi enfoque jamás permitió que centrara la atención del esfuerzo en mí, yo buscaba las culpas ajenas y los remedios idóneos para sanar y encarcelar fantasmas que gobernaban una mente que no buscaba cambiar, una mentalidad que se dio cuenta de mi escasa autoestima y que ligeramente perdió el interés en mí y sobre todo en mi bienestar, una mentalidad que optó por convertirme en escombro de mis propios sueños derrumbados. Aún así, aquella inteligencia no tenía la culpa, pues no era el complemento que me hacía falta, no era un adorno para embellecer mis penas o mis faltas, era alguien más, con sueños y frustraciones, con miedos y rencores, con alegrías y emosiones, era alguien con la misma característica que arruinó mucho en mí, era alguien tan inseguro como yo, con la diferencia de que aquel ser acabó absorviendo lo poco que quedaba de mí para poder alimentar su ego.
       Recuerdo claramente y en detalle una situación amarga que vivió un ser querido, no es importante mencionar la situación, pero si el consejo que le di. Mis palabras certeras en ese entonces fueron: 

 - ¡Me avergüenza verte llorar de ese modo por alguien ajeno a ti, si bién compartiste una vida entera con él, nadie te dio garantías en un contrato donde te convencieran de que su amor lo tenías comprado para siempre, él es una persona más, quieras o no, es una persona independiente, tal como lo eres tú, no es vital para tu vida y creeme que como él hay muchos más, tu ahora enfócate en lo que vales y busca al que sea distinto, al que te valore y te haga sentir amada del mismo modo que te amas tú, sécate las lágrimas y vuelve a tu vida y hazlo de la mejor manera porque lo malo e inservible ya se alejó de ti!...

       Revivir ese consejo que salió de mi boca, fue una cachetada de ida y de vuelta, no por el hecho de sufrir por amor, sino porque recordé mi carácter y la fuerza que había en mi interior y junto con ello recordé cada detalle de esa mujer que jamás permitió que le pusieran un pie encima.  En ese entonces yo aún no me convertía históricamente en mujer, pues tenía la edad de una adolecente, pero mi ímpetu la dejaba taciturna y lo único que sacaba a flote era a la mujer que se gestaba producto de la unión de mi inteligencia y madurez. Reviví también a la mujer linda y risueña que yo solía ser y en cosa de segundos volví a enamorarme de ella y quise traerla de vuelta para que dominara mi vida, recordé lo orgullosa que esa niña-mujer hacía sentir a mi madre y que al mismo tiempo tenía en mente cumplir los sueños propios y los de aquella excelente mamá que me había educado, recordé automáticamente mis metas y lo cerca que estaba de cumplirlas, traje a mi recuerdo la personalidad autodidacta que varias veces  me hacía cuestionar el por qué muchas personas no podían aprender todo tan rápido, también volví a ver la cima donde me esperaban los sueños que sin problemas iba a cumplir, vi revoloteando otra vez en mi cabeza a la gente que me amaba realmente y quise gritar que aquí me encontraba de vuelta para retomar mi vida y volver a pulir a la mujer que admiraban, vi todo el respeto que recibí por parte de un joven que aprendió de mí a ser un mejor hombre para la mujer que ahora venera, y por eso, fui feliz, sonreí porque enseñé a alguien a amar sin límites y dentro de mi imaginación contemplé su felicidad absoluta en un futuro cercano. Me sentí hermosa otra vez y mis ojos volvieron a brillar como antes, lo se porque mientras me encontraba perdida en el espacio de mis pensamientos y recuerdos agradables, una mano pequeña, extremadamente suave y agradable acariciando mi rostro me trajo al presente y sin motivo alguno me sonrió, compartió mi alegría y al mismo tiempo la disfrutó conmigo  y me aseguró que ahora tengo una compañía eterna, un apoyo incondicional de fuerza y valor que está dispuesta a compartir mis metas y sueños y que devolverá a la mujer orgullosa, valiente y valorada por mí y por muchos a su sitio principal; el motor de mi vida y que de ahí nadie ni nada la podrá exiliar.

       Ahora siento que vuelvo a estar completa, que la vida no me quito nada, solo me regaló experiencia y en conjunto una clase de amor que no conocía: el amor de mi hija, y a pesar de que a veces estoy exhausta de las situaciones que vivo actualmente y que no siempre mi rostro consigue disimular mi angustia, se que ella me admira y que ve en mí solo a la mujer impetuosa y vivaz, no a la mujer que mimetisé con trancas y problemas ajenos y se apagaba poco a poco. Mi pequeña ve a la super mamá, a la que a pesar de todo sabe amar y que no le enseña nada acerca de guardar rencores, mucho menos por aquellas personas a quienes alguna vez amó, ella ve en mí a la mujer que alegra su vida y sin importar el día ni los problemas le dibuja un mundo colorido y lleno de felicidad.

lunes, 20 de mayo de 2013

RECUERDOS

      De acuerdo a la norma, un recuerdo puede ser una imagen del pasado que se tiene en la memoria, o un objeto que sirve para recordar algo o a alguien. Aparentemente son definiciones simples, pero en contenido significan mucho más que aquellas resumidas oraciones. Para mí, un recuerdo es algo mucho más profundo, es algo que tiene poder para cambiar repentinamente tu estado anímico y en ocasiones pueden acarrear consigo otra serie de recuerdos que se van sumando para dar vida al pasado. 

      A mi modo de ver las cosas, cada recuerdo tangible que forma parte de mi colección posee otra denominación, en mí mundo aquellos objetos se llaman tesoros. Mis tesoros van desde una carta hasta un envoltorio de dulce, de un boleto de bus hasta una prenda de vestir, de un corazón de piedra hasta una flor de alambre. Cada uno me cuenta una historia diferente y muchas veces hacen referencia al mismo personaje a la misma época de mi vida y a los mismos sentimientos y otras veces me transportan hasta la más linda etapa de mi infancia, de mi adolescencia y de mi pasado cercano. Esta clase de recuerdos no suelen atropellar nuestro presente a toda hora del día, pues depende de nosotros hurguetear entre los sitios donde descansan para que puedan volver a hablarnos de lo vivido. 

      Los recuerdos que se presentan como imágenes del pasado son aquellos que consiguen modificar nuestro presente e incluso involucrarse en el futuro. Cada pequeño detalle de algún suceso que sea capaz de encadenarse en nuestra memoria tiene la ventaja de convertirse en consecuencia para nuestra vida. Por desgracia, aquellas personas que gozamos de buena memoria sufrimos a diario el tormento de los recuerdos, aunque está claro que no siempre se trata de malas experiencias, pero como pésima característica del ser humano, la mayoría de las veces le damos el título de prioridad a las cosas malas en lugar de las bunas. 

      A pesar de todo, lo que me gusta de los recuerdos es que cada quien puede adjudicarle el valor que estime conveniente, es decir, algún objeto sin valor monetario puede convertirse en el tesoro más preciado de alguien. Mi caso es así, los tesoros que guardo son prácticamente basura para quien quiera hacer un orden en mi espacio reducido llamado pieza, pero son mis tesoros y solo yo y alguien más sabe lo que significan para mí. 

      Otro recuerdo que invade mi mundo constantemente es el aroma de las personas e incluso su voz, pero con el aroma que caracteriza a cada quien me sucede algo especial, muchas veces puedo estar caminando por la calle y de repente se hace presente aquella esencia aromática y a mi parecer es el recuerdo más poderoso ya que tiene la capacidad de mover a esos demonios conocidos con el nombre de sentimientos. Ahí queda la grande, se paralizan las emociones anteriores y la mente comienza a trabajar más rápido para obligarte a recordar precisamente al dueño o dueña de aquella esencia. Estos recuerdos tienen casi la misma magia que las palabras, las palabras suelen quedar en la memoria; una frase que hayas atesorado en tu cabeza puede traer consigo la nostalgia y ahí corres peligro de quedarte estancado en el pasado. Por ejemplo: Tranquila, si yo lo puedo controlar, te juro que no se transformará en un vicio… Meses más tarde, lo único que captura el interés de aquella persona que emitió la oración es aquel vicio. El resultado; una familia que jamás se concretó y problemas de todo tipo acarreando la situación y en la mente de quien conserva recuerdos verbales aún existe latente el momento en que una promesa se rompió. Nostalgia, arrepentimiento, varar en el pasado sin posibilidades de salir son algunas de las consecuencias que trae el sistema inútil de acumular recuerdos. Pero no hay mal que dure cien años y tratar de sofocar los malos recuerdos es una buenísima terapia para despejar el camino hacia el futuro.